19.5.12

El que cree en mí


Juan 7:37-39  En el último y gran día de la fiesta,  Jesús se puso en pie y alzó la voz,  diciendo:  Si alguno tiene sed,  venga a mí y beba. El que cree en mí,  como dice la Escritura,  de su interior correrán ríos de agua viva.
Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él;  pues aún no había venido el Espíritu Santo,  porque Jesús no había sido aún glorificado.

En el último día de la fiesta de los tabernáculos los judíos sacaban agua y la derramaban ante el Señor. Se supone que Cristo alude a eso. Si cualquiera desea ser feliz verdaderamente para siempre, que venga a Cristo y sométase a Él. La sed significa el fuerte deseo de bendiciones espirituales, que ninguna otra cosa puede satisfacer; así, pues, las influencias santificadoras y consoladoras del Espíritu Santo estan representadas por las aguas, a las cuales Jesús invita que vayan y beban.

El consuelo fluye abundante y constante como un río; fuerte como un torrente para derribar la oposición de las dudas y los temores. Hay en Cristo una plenitud de gracia sobre gracia. El Espíritu que habita y obra en los creyentes es como fuente de agua viva, corriente de la cual fluyen arroyos abundantes, que refrescan y limpian como el agua.

 No esperemos los dones milagrosos del Espíritu Santo, pero podemos solicitar sus influencias más corrientes y más valiosas. Estos arroyos han fluido desde nuestro Redentor glorificado hasta esta fecha, y hasta los rincones más remotos de la tierra. Deseemos darlos a conocer al prójimo.

Muchas son las aflicciones del justo



Salmos 34:11-22  Venid,  hijos,  oídme; El temor de Jehová os enseñaré. ¿Quién es el hombre que desea vida, Que desea muchos días para ver el bien? Guarda tu lengua del mal, Y tus labios de hablar engaño. Apártate del mal,  y haz el bien; Busca la paz,  y síguela. Los ojos de Jehová están sobre los justos, Y atentos sus oídos al clamor de ellos. La ira de Jehová contra los que hacen mal, Para cortar de la tierra la memoria de ellos. Claman los justos,  y Jehová oye, Y los libra de todas sus angustias. Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; Y salva a los contritos de espíritu. Muchas son las aflicciones del justo, Pero de todas ellas le librará Jehová. El guarda todos sus huesos; Ni uno de ellos será quebrantado. Matará al malo la maldad, Y los que aborrecen al justo serán condenados. Jehová redime el alma de sus siervos,  Y no serán condenados cuantos en él confían.

Que la gente joven empiece la vida aprendiendo el temor del Señor, si aquí desean consuelo verdadero, y felicidad eterna en el más allá. Serán muy felices los que se inician temprano en el servicio de tan buen Amo.
Todos desean ser felices. Con seguridad esto debe mirar más allá del mundo presente; porque la vida del hombre en la tierra es de unos pocos días, y llenos de tribulaciones. ¿Qué hombre es el que verá lo bueno de allá donde toda bienaventuranza es perfecta? ¡Ay! Pocos son los que tienen este bien en sus pensamientos.

La religión que promete lo mejor es la que hace velar sobre el corazón y la lengua. No basta con no herir, debemos estudiar como ser útiles y vivir para algún propósito; tenemos que buscar la paz y seguirla; estar dispuestos a negarnos a nosotros mismos en gran medida en aras de la paz.

Costumbre constante de los verdaderos creyentes es clamar a Dios cuando están en dificultades, y su consuelo constante es que Él los oye. Los justos son humillados por el pecado y son poca cosa ante sus propios ojos. Nada es más necesario para la verdadera santidad que el corazón contrito, quebrantado de toda confianza en sí mismo. En ese suelo florecerá toda gracia y nada puede animar más a alguien así, que la gracia rica y libre del evangelio de Jesucristo.

Los justos son puestos bajo la protección especial del Señor, aunque tienen su cuota de cruces en este mundo y hay quienes los odian. De la misericordia del Cielo y de la maldad del infierno, las aflicciones del justo deben ser muchas. Pero cualesquiera sean las tribulaciones que les sobrevengan, no herirán su alma, porque Dios los resguarda para que no pequen cuando están afligidos. Ningún hombre está desolado sino aquel al cual Dios ha abandonado.

En Dios solamente está acallada mi alma


Salmos 62:1-8  En Dios solamente está acallada mi alma; De él viene mi salvación. El solamente es mi roca y mi salvación; Es mi refugio,  no resbalaré mucho. ¿Hasta cuándo maquinaréis contra un hombre, Tratando todos vosotros de aplastarle Como pared desplomada y como cerca derribada? Solamente consultan para arrojarle de su grandeza. Aman la mentira; Con su boca bendicen,  pero maldicen en su corazón.  Selah  Alma mía,  en Dios solamente reposa, Porque de él es mi esperanza. El solamente es mi roca y mi salvación. Es mi refugio,  no resbalaré. En Dios está mi salvación y mi gloria; En Dios está mi roca fuerte,  y mi refugio. Esperad en él en todo tiempo,  oh pueblos; Derramad delante de él vuestro corazón;  Dios es nuestro refugio.  Selah

Estamos en el camino del deber y del consuelo cuando nuestra alma espera en Dios; cuando nos entregamos alegremente a su voluntad y sabiduría junto con todos nuestros asuntos; cuando nos entregamos a todos los caminos de su providencia, y esperamos pacientemente el acontecer, con plena satisfacción en su bondad. Véase la base y la razón de esta dependencia. Por su gracia me ha sostenido, y por su providencia me ha librado. Sólo él puede ser mi Roca y mi salvación; las criaturas nada son sin él, por tanto, yo miraré por sobre ellas, a él.

Confiando en Dios se afirma el corazón. Si Dios es por nosotros no tenemos que temer lo que pueda hacernos el hombre. Habiendo puesto su confianza en Dios, David prevé la caída de sus enemigos. Hemos hallado que es bueno esperar en Dios, y debiéramos encomendar a nuestra alma que tenga constantemente tal dependencia de Él, porque siempre puede darnos reposo. Si Dios salva mi alma, bien puedo dejar todo lo demás a su cargo, sabiendo que todo resultará para mi salvación. De la manera que la fe de David en Dios progresa hacia una firmeza inamovible, así su gozo en Dios se realza como triunfo santo. La meditación y la oración son medios bendecidos para fortalecer la fe y la esperanza.

Vv. 8-12.Los que han hallado el consuelo de los caminos de Dios, invitarán a otros a esos caminos; nunca tendremos menos para compartir con los demás. El buen consejo que se da es confiar totalmente en Dios. Debemos confiar en Él todo el tiempo, sin poner nunca en nosotros, ni en otra criatura, la confianza que debe ponerse sólo en Él. Confíemos en Él para que nos guíe cuando dudamos, nos proteja cuando corremos peligro, nos provea en la necesidad, nos fortalezca para toda buena palabra y obra. Debemos exponer ante Él nuestra necesidad y nuestros deseos y, luego, someter pacientemente nuestra voluntad a la suya: esto es derramar nuestros corazones. Dios es refugio para todos, para cuantos se amparen en Él.

El salmista advierte contra confiar en los hombres. La gente, de baja categoría, es variable como el viento. El rico y el noble parecen tener mucho en su poder, y abundan en promesas, pero los que dependen de ellos se desilusionan. Pesado en la balanza de las Escrituras, todo lo que el hombre puede hacer para darnos felicidad es más liviano que la vanidad misma.

Cuesta mucho tener riquezas y no confiar en ellas si se aumentan, aunque sea por medios lícitos y honrados, pero debemos tener cuidado, no sea que pongamos indebidamente nuestro corazón en ellas. Es muy probable que un mundo sonriente aleje de Dios al corazón, en quien solo debe estar puesto. El creyente coherente recibe todo de Dios como encargo, y procura usarlo para su gloria, como mayordomo que debe rendir cuentas.

Dios ha dicho de una vez por todas que el poder le pertenece solo a Él. Él puede castigar y destruir. La misericordia también le pertenece; el hecho de recompensar los servicios imperfectos de los que creen en Él, borrando sus transgresiones por amor al Redentor, es una prueba de abundante misericordia, y nos alienta a confiar en Él. Confiemos en su misericordia y su gracia, y crezcamos en su obra con la expectativa de misericordias sólo de parte de Él.

Clama a mí, y yo te responderé


Jer 33:3  Clama a mí,  y yo te responderé,  y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.
Jer 33:6  He aquí que yo les traeré sanidad y medicina;  y los curaré,  y les revelaré abundancia de paz y de verdad.
Jer 33:8  Y los limpiaré de toda su maldad con que pecaron contra mí;  y perdonaré todos sus pecados con que contra mí pecaron,  y con que contra mí se rebelaron.
Jer 33:9  Y me será a mí por nombre de gozo,  de alabanza y de gloria,  entre todas las naciones de la tierra,  que habrán oído todo el bien que yo les hago;  y temerán y temblarán de todo el bien y de toda la paz que yo les haré.
Jer 33:11  ha de oírse aún voz de gozo y de alegría,  voz de desposado y voz de desposada,  voz de los que digan:  Alabad a Jehová de los ejércitos,  porque Jehová es bueno,  porque para siempre es su misericordia;  voz de los que traigan ofrendas de acción de gracias a la casa de Jehová.  Porque volveré a traer los cautivos de la tierra como al principio,  ha dicho Jehová.

Los que esperan recibir consuelo de Dios deben invocarlo. Se dan promesas no de destruir, sino de vivificar y alentar la oración. Estas promesas nos guían al evangelio de Cristo; y en él Dios ha revelado su verdad para dirigirnos, su paz para tranquilizarnos.

Todos los que son limpiados de la inmundicia del pecado por la gracia santificadora, por la misericordia perdonadora son liberados de la culpa. Cuando los pecadores reciben la justicia, y son lavados y santificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu Santo, son capacitados para andar delante de Dios en paz y pureza. Muchos son llevados a notar la diferencia real entre el pueblo de Dios y el mundo que los rodea, y a temer la ira divina.

Se promete que el pueblo que estuvo entristecido por mucho tiempo, de nuevo se llenará de gozo. Donde el Señor da justicia y paz, dará todo lo necesario para las necesidades temporales; y todo lo que tenemos serán consolaciones como santificados por la palabra y la oración.

Lámpara es a mis pies tu palabra


Salmos 119:105-112 Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino. Juré y ratifiqué Que guardaré tus justos juicios. Afligido estoy en gran manera; Vivifícame,  oh Jehová,  conforme a tu palabra. Te ruego,  oh Jehová,  que te sean agradables los sacrificios voluntarios de mi boca, Y me enseñes tus juicios. Mi vida está de continuo en peligro, Mas no me he olvidado de tu ley. Me pusieron lazo los impíos, Pero yo no me desvié de tus mandamientos. Por heredad he tomado tus testimonios para siempre, Porque son el gozo de mi corazón. Mi corazón incliné a cumplir tus estatutos De continuo,  hasta el fin.

La palabra de Dios nos dirige en nuestra obra y camino, y el mundo sería indudablemente un lugar tenebroso sin ella. El mandamiento es lámpara que se mantiene encendida con el aceite del Espíritu, como luz que nos dirige al elegir nuestro camino y los pasos que damos en ese camino.

Aquí se alude a la obediencia a los mandamientos de Dios por parte del pecador sometido a una dispensación de misericordia, la obediencia del creyente partícipe del pacto de gracia.
El salmista es frecuentemente afligido pero con el anhelo de llegar a ser más santo; diariamente eleva oraciones pidiendo gracia vivificante. Nada podemos ofrecer a Dios que Él acepte, sino lo que a Él le plazca enseñarnos a hacer.

Tener nuestra alma o vida continuamente en nuestras manos presupone el peligro constante de la vida; sin embargo, él no olvidaba las promesas ni los preceptos de Dios.
Innumerables son las trampas puestas por los impíos; y dichoso es el siervo de Dios a quien ellos no han hecho errar de los preceptos de su Señor.

Los tesoros celestiales son herencia eterna; todos los santos los aceptan como tales, por tanto pueden contentarse con poco de este mundo. Debemos buscar consuelo sólo en el camino del deber y ese deber debe cumplirse. Por gracia de Dios el hombre bueno pone su corazón en su obra que, entonces, se cumple bien.

4.5.12

Porque la palabra de Dios es viva y eficaz


Hebreos 4:12-16  Porque la palabra de Dios es viva y eficaz,  y más cortante que toda espada de dos filos;  y penetra hasta partir el alma y el espíritu,  las coyunturas y los tuétanos,  y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia;  antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta. Por tanto,  teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos,  Jesús el Hijo de Dios,  retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades,  sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza,  pero sin pecado. Acerquémonos,  pues,  confiadamente al trono de la gracia,  para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.

Nótese la finalidad propuesta: reposo espiritual y eterno; el reposo de gracia aquí, y el de gloria en el más allá; en Cristo en la tierra; con Cristo en el cielo. Después de la labor debida y diligente vendrá el reposo dulce y satisfactorio; el trabajo de ahora hará más placentero el reposo cuando llegue. Trabajemos y estimulémonos los unos a los otros a ser diligentes en el deber.

Las Sagradas Escrituras son la palabra de Dios. Cuando Dios la instala por su Espíritu, convence poderosamente, convierte poderosamente y consuela poderosamente. Hace que sea humilde el alma que ha sido orgullosa por mucho tiempo; el espíritu perverso sea manso y obediente. Los hábitos pecaminosos que se han vuelto naturales para el alma, estando profundamente arraigados en ella, son separados y cortados por la espada. Dejará al descubierto a los hombres sus pensamientos y propósitos, las vilezas de muchos, los malos principios que los mueven, las finalidades pecaminosas para las cuales actúan. La palabra mostrará al pecador todo lo que hay en su corazón.

Aferrémonos firmes las doctrinas de la fe cristiana en nuestras cabezas, sus principios vivificantes en nuestros corazones, su confesión franca en nuestros labios, y sometámonos a ellos en nuestras vidas. Cristo ejecutó una parte de su sacerdocio en la tierra al morir por nosotros; ejecuta la otra parte en el cielo, alegando la causa y presentando las ofrendas de su pueblo. A criterio de la sabiduría infinita fue necesario que el Salvador de los hombres fuera uno que tuviera el sentimiento de compañero que ningún ser, salvo un congénere, pudiera tener, y por tanto era necesario que experimentara realmente todos los efectos del pecado que pudieran separarse de su verdadera culpa real. Dios envió a su Hijo en la semejanza de la carne de pecado, Romanos viii, 3; pero mientras más santo y puro era Él, menos dispuesto debe de haber estado a pecar en su naturaleza y más profunda debe de haber sido la impresión de su mal; en consecuencia, más preocupado debe de haber estado Él por librar a su pueblo de la culpa y poder del pecado.

Debemos animarnos por la excelencia de nuestro Sumo Sacerdote para ir directamente al trono de la gracia. La misericordia y la gracia son las cosas que queremos; misericordia que perdone todos nuestros pecados, y gracia que purifique nuestras almas. Además de nuestra dependencia diaria de Dios para las provisiones presentes, hay temporadas para las cuales debemos proveer en nuestras oraciones; tiempos de tentación sea por la adversidad o la prosperidad, y especialmente en nuestro momento de morir. Tenemos que ir al trono de justicia con reverencia y santo temor, pero no como arrastrados, sino invitados al trono de misericordia donde reina la gracia. Tenemos denuedo sólo por la sangre de Jesús para entrar al Lugar Santísimo; Él es nuestro Abogado y ha adquirido todo lo que nuestras almas puedan desear o querer.

Escudriñad las Escrituras


Juan 5:39-42 Escudriñad las Escrituras;  porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna;  y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida. Gloria de los hombres no  recibo. Mas yo os conozco,  que no tenéis amor de Dios en vosotros.

Los judíos consideraban que la vida eterna les era revelada en sus Escrituras, y que la tenían porque tenían la palabra de Dios en sus manos. Jesús les insta a escudriñar esas Escrituras con más diligencia y atención.

“Escudriñáis las Escrituras”y hacéis bien en hacerlo. Indudablemente escudriñaban las Escrituras, pero con un enfoque en su propia gloria. Es posible que los hombres sean muy estudiosos de la letra de las Escrituras, pero estén ajenos a su poder. O “Escudriñad las Escrituras”y así se les habló de la naturaleza de la aplicación. Vosotros profesáis recibir y creer las Escrituras, dejad que os juzguen, lo que se nos dice precaviendo o mandando a todos los cristianos a escudriñar las Escrituras. No sólo leerlas y oírlas sino escudriñarlas, lo cual denota diligencia para examinarlas y estudiarlas.

Debemos escudriñar las Escrituras en busca del cielo como nuestro gran objetivo: Porque en ellas os parece que tenéis vida eterna. Debemos escudriñar las Escrituras en busca de Cristo, como el Camino nuevo y vivo, que conduce a este objetivo. Cristo agrega a este testimonio las reprensiones a la incredulidad e iniquidad de ellos; el rechazo de su persona y su doctrina. Además, les reprueba su falta de amor a Dios. 

Pero con Jesucristo hay vida para las pobres almas. Muchos que hacen una gran profesión de religión muestran, no obstante, que les falta el amor de Dios por su rechazo de Cristo y el desprecio a sus mandamientos. El amor de Dios en nosotros, el amor que es principio vivo y activo en el corazón, es lo que Dios aceptará. Ellos desdeñaron y valoraron en poco a Cristo porque se admiraban y se supervaloraban a sí mismos. ¡Cómo pueden creer los que hacen su ídolo del elogio y aplauso de los hombres! Cuando Cristo y sus seguidores son hombres admirados, ¡cómo pueden creer aquellos cuya suprema ambición es dar un buen espectáculo carnal!

Id por todo el mundo y predicad el evangelio


Marcos 16:15-18 Y les dijo:  Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.   El que creyere y fuere bautizado,  será salvo;  mas el que no creyere,  será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen:  En mi nombre echarán fuera demonios;  hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes,  y si bebieren cosa mortífera,  no les hará daño;  sobre los enfermos pondrán sus manos,  y sanarán. 

Las pruebas de la verdad del evangelio son tan completas que los que no las aceptan, pueden ser justamente reprendidos por su incredulidad.

Nuestro bendito Señor renueva la elección de los once como apóstoles suyos y les encarga la misión de ir a todo el mundo y predicar el evangelio a toda criatura. Sólo el que es verdadero cristiano será salvo por medio de Cristo. Simón el mago profesó creer, y fue bautizado, pero se declaró que estaba en los lazos de la iniquidad: léase su historia en Hechos viii, Vv. 13-15. Sin duda esta es una declaración solemne de la fe verdadera que recibe a Cristo en todos sus caracteres y oficios, y para todos los propósitos de la salvación, y produce su buen efecto en el corazón y la vida; no el simple asentimiento, que es fe muerta y no da provecho.

La comisión de los ministros de Cristo se extiende a toda criatura de todo el mundo, y las declaraciones del evangelio contienen no sólo verdades, exhortaciones y preceptos, sino también advertencias temibles. Obsérvese con qué poder fueron dotados los apóstoles, para confirmar la doctrina que iban a predicar. Estos fueron milagros para confirmar la verdad del evangelio, y medios para difundirlo en las naciones que no lo habían oído.

porque de la abundancia del corazón habla la boca



Lucas 6:45  El hombre bueno,  del buen tesoro de su corazón saca lo bueno;  y el hombre malo,  del mal tesoro de su corazón saca lo malo;  porque de la abundancia del corazón habla la boca.

Cristo usaba a menudo todos estos dichos y era fácil aplicarlos. Debemos ser muy cuidadosos cuando culpamos al prójimo; porque nosotros mismos necesitamos fianza. Si somos de espíritu que da y perdona, cosecharemos el beneficio. Aunque en el otro mundo se paga con medida llena y exacta, no es así en este mundo; no obstante, la Providencia hace lo que ha de estimularnos para hacer el bien.

Los que siguen a la gente para hacer el mal, van por el camino ancho que lleva a la perdición. El árbol se conoce por sus frutos; que la palabra de Cristo sea injertada de tal modo en nuestros corazones que podamos ser fructíferos en toda buena palabra y obra. Lo que la boca habla comúnmente concuerda con lo que abunda en el corazón.

Hacen un trabajo seguro para sus almas y para la eternidad, y siguen el rumbo que les será de beneficio en el tiempo de prueba, sólo los que piensan, hablan, y actúan conforme a las palabras de Cristo. Quienes se esfuerzan en la religión, hallan su esperanza en Cristo que es la Roca de los siglos, y nadie puede poner otro fundamento. En la muerte y en el juicio ellos están a salvo si son sostenidos por el poder de Cristo, por medio de la fe para salvación, y nunca perecerán.

Despiértate, tú que duermes


Efesios 5:14-17  Por lo cual dice: Despiértate,  tú que duermes, Y levántate de los muertos,  Y te alumbrará Cristo. Mirad,  pues,  con diligencia cómo andéis,  no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo,  porque los días son malos. Por tanto,  no seáis insensatos,  sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor.

Las sucias concupiscencias deben arrancarse de raíz. Hay que temer y abandonar esos pecados. Estas no son sólo advertencias contra los actos groseros de pecado, sino contra lo que algunos toman a la ligera. 

Pero estas cosas distan tanto de ser provechosas, que contaminan y envenenan a los oyentes. Nuestro júbilo debiera notarse como corresponde a los cristianos al dar gloria a Dios. El hombre codicioso hace un dios de su dinero; pone en los bienes mundanos su esperanza, confianza y delicia, las que sólo debieran estar en Dios. Los que caen en la concupiscencia de la carne o en el amor al mundo, no pertenecen al reino de la gracia, ni irán al reino de la gloria. Cuando los transgresores más viles se arrepienten y creen el evangelio, llegan a ser hijos de obediencia de los cuales se aparta la ira de Dios. ¿Osaremos tomar a la ligera lo que provoca la ira de Dios? -Los pecadores, como hombres en tinieblas, van a donde no saben que van, y hacen lo que no saben, pero la gracia de Dios obra un cambio tremendo en las almas de muchos. Andan como hijos de luz, como teniendo conocimiento y santidad. Las obras de las tinieblas son infructuosas, cualquiera sea el provecho del que se jacten, porque terminan en la destrucción del pecador impenitente. Hay muchas maneras de inducir o de participar en los pecados ajenos: felicitando, aconsejando, consintiendo u ocultando. Si participamos con el prójimo en sus pecados, debemos esperar una participación en sus plagas. Si no reprendemos los pecados de otros, tenemos comunión con ellos.

El hombre bueno debe avergonzarse de hablar de lo que a muchos impíos no avergüenza hacer. No sólo debemos tener la noción y la visión de que el pecado es pecado y vergonzoso en alguna medida, pero hemos de entenderlo como violación de la santa ley de Dios. Según el ejemplo de los profetas y apóstoles debemos llamar a los que están durmiendo y muertos en pecado para que se despierten y se levantan para que Cristo les dé luz.

Otro remedio contra el pecado es el cuidado o la cautela, siendo imposible mantener de otro modo la pureza de corazón y vida. El tiempo es un talento que Dios nos da y se malgasta y se pierde cuando no se usa conforme a su intención. Si hasta ahora hemos desperdiciado el tiempo, debemos doblar nuestra diligencia para el futuro. ¡Cuán poco piensan los hombres en el momento en que en su lecho de muerte miles redimirían alegres por el precio de todo el mundo, pero a qué vanalidades lo sacrifican diariamente! -La gente es muy buena para quejarse de los malos tiempos; bueno sería si eso los estimulara más para redimir el tiempo. No seas imprudente. La ignorancia de nuestro deber y la negligencia con nuestras almas son una muestra de la necedad más grande. La embriaguez es un pecado que nunca va solo, porque lleva a los hombres a otros males; es un pecado que provoca mucho a Dios. El ebrio da a su familia y a todo el mundo el triste espectáculo de un pecador endurecido más allá de lo corriente, y que se precipita a la perdición. Cuando estemos afligidos o agotados, no procuremos levantar nuestro ánimo con bebidas embriagantes, porque es abominable y dañino y sólo termina haciendo que se sientan más las tristezas. Procuremos, entonces, por medio de la oración ferviente, ser llenos con el Espíritu, y evitemos todo lo que pueda contristar a nuestros benigno Consolador.

Todo el pueblo de Dios tiene razón para cantar de júbilo. Aunque no siempre estemos cantando, debemos estar siempre dando las gracias; nunca nos debe faltar la disposición para este deber, porque nunca nos faltará tema a través de todo el decurso de nuestras vidas. Siempre aun en las pruebas y las aflicciones, y por todas las cosas ; satisfechos con el amoroso propósito y la tendencia al bien. Dios resguarda a los creyentes de pecar contra Él y los hace someterse unos a otros en todo lo que manda, para promover su gloria y cumplir sus deberes mutuos.

No temas en nada lo que vas a padecer


Apocalipsis 2:10  No temas en nada lo que vas a padecer.  He aquí,  el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel,  para que seáis probados,  y tendréis tribulación por diez días.  Sé fiel hasta la muerte,  y yo te daré la corona de la vida.

Nuestro Señor Jesús es el Primero, porque por Él fueron hechas todas las cosas; Él estaba con Dios antes de todas las cosas, y es Dios mismo. Él es el Último, porque será el Juez de todos.

Como Primero y Último, que estuvo muerto y vivió, es el Hermano y Amigo del creyente, debe ser rico en la pobreza más profunda, honorable en medio de la más profunda humillación, y feliz sometido a la más pesada tribulación, como la iglesia de Esmirna. Muchos de los ricos de este mundo, son pobres en cuanto al venidero; y algunos que son pobres por fuera, son ricos por dentro; ricos en fe, en buenas obras, ricos en privilegios, ricos en dones, ricos en esperanza. Donde hay abundancia espiritual, la pobreza externa puede soportarse bien; cuando el pueblo de Dios es empobrecido en cuanto a esta vida, por amor de Cristo y la buena conciencia, Él los compensa en todo con riquezas espirituales. Cristo arma contra las tribulaciones inminentes. No temáis nada de estas cosas; no sólo prohibáis el temor servil, sino sometedlo proporcionando al alma fortaleza y valor. Será para probarlos, no para destruirlos.

Nótese la certeza de la recompensa: “Te daré”; ellos tendrán la recompensa de la mano misma de Cristo. Además, cuán adecuada es: “la corona de la vida”; la vida gastada a su servicio o entregada a su causa, será recompensada con una vida mucho mejor, la que será eterna. La muerte segunda es indeciblemente peor que la primera, tanto en sus agonías como por ser eterna: indudablemente es espantoso morir y estar muriendo siempre. Si un hombre es librado de la segunda muerte y de la ira venidera, puede soportar con paciencia lo que encuentre en este mundo.